Educar en positivo no es una quimera ni una utopía hippy ni nada por el estilo. Es una opción. Hay muchas opciones en la vida, pero unas dañan y otras no. Cada vez más se opta por las opciones que no dañan, que hablan de tú a tú al perro. Creo que todos hace mucho tiempo que dejamos atrás la teoría de que los animales no tienen sentimientos. Las personas que hayan compartido en algún momento su vida y su espacio con un animal lo saben perfectamente.
La educación en positivo juega con una base muy sencilla de la teoría del aprendizaje: todo comportamiento que se refuerza, se repite. Los comportamientos que no se refuerzan, tienden a extinguirse.
La idea es sencilla. La práctica no tanto. ¿Por qué? Porque incluso una mirada puede reforzar algo. Pongamos un ejemplo de un perro que ladra para atraer la atención de sus dueños porque se aburre. Ladra, le gritas para que se calle = tiene tu atención. El perro ha aprendido que si ladra, le haces caso. Ignorar a un perro que ladra es MUY difícil. El ladrido es molesto, los vecinos te pueden llamar la atención, no oyes ni lo que piensas... Pero si no refuerzas ese comportamiento acabará extinguiéndose. Claro que, ejem..., antes de extinguirse empeorará... no iba a ser todo tan fácil, ¿no? Me encanta una teoría de Jaime Vidal "Santi" que dice que está completamente convencido de que todos los perros han intentado alguna vez abrir la nevera. Es un comportamiento no reforzado -no ha conseguido comida- y no castigado -jamás le hemos dicho nada- que se ha extinguido.
Da qué pensar, ¿eh?
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