Empecemos por el principio

El principio puede ser un cachorro o un adulto. Veamos el cachorro: un cachorro tiene una licencia especial hasta los cuatro meses (y después poco a poco, ¡es adolescente hasta los dos años!). No se le riñe, no se le corrige, da igual lo que haga. Hasta ese momento, si muerde algo la culpa no es del cachorro, simplemente no dejes cosas a su alcance que pueda morder. Es un bebé. No controla aunque sepa poner esa cara de culpabilidad que los humanos asociamos a "sabe que ha hecho algo mal" (por cierto, simplemente intenta calmarnos, no tiene ni idea de que haya hecho "algo mal"). En cuanto el cachorro aprenda las rutinas de la casa, se adaptará a ellas. Mientras, déjale.

Si es adulto: generalmente, los adultos que llegan a un nuevo hogar son adoptados. Son perros que han pasado por muchos cambios en poco tiempo. Y eso contando que hayan sido queridos y respetados antes. Igual has adoptado un perro maltratado. Sobre todo, PACIENCIA. Bastante tiene con lo que tiene, déjale que se adapte a su ritmo. Son muy listos y se les da muy bien dejar el pasado atrás. A su ritmo, todo irá bien. No le obligues a estar contigo ni lejos de ti. Se acercará cuando esté preparado. O aprenderá a estar solo poco a poco. Hay los dos extremos. Si el perro no se acerca, no es preocupante, poco a poco irá acercándose. Si es lo contrario, no te deja, tiene ansiedad por separación y está muy pesado y no mejora, contacta con un experto de tu zona.

Los perros que se han usado como "complementos", es decir, de usar y tirar, están muy necesitados de afecto, pero no hay que sobrepasarse los primeros días, incluso si lo pide. El perro tiene que aprender a gestionar su tiempo como individuo, a estar solo. Hay muchos juegos de estimulación mental especialmente indicados para ello, y las rutinas en la vida diaria son también muy recomendables.

Siempre ante la duda contacta con un profesional porque la molestia de hoy no llegará a convertirse en el problema de mañana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario