Procesionaria, el peligro de los pinos


La procesionaria de los pinos (Thaumatopea pytocampa) es una oruga que habita en todo tipo de pinos, abetos y cedros del sur de Europa. Esta oruga tiene pelos urticantes que son la base del peligro tanto para humanos como para animales. El contacto con estos pelos en humanos da lugar a molestas irritaciones en oídos, nariz y garganta y produce también intensas reacciones alérgicas. En los animales, principalmente perros o gatos puede suponer un problema más serio si no se trata a tiempo, desde una leve irritación hasta la pérdida de la lengua y la muerte por inanición o asfixia si la infección afecta a la laringe. En algunos casos, la muerte es cuestión de horas.

Reconocerla es fundamental para evitar el contacto accidental con ella. Es fácilmente identificable porque forman largas filas, en procesión, una detrás de otra.


Estas orugas forman habitualmente grandes nidos en los árboles en los que pueden residir unas 200 larvas. Abril y mayo son los meses más peligrosos para nuestras mascotas en cuanto a procesionaria. El principio de la primavera es un momento clave de su ciclo, puesto que con la subida de las temperaturas (más de 10º) las larvas bajan de los árboles y se dirigen en fila india (como una procesión, de ahí el nombre común) a sus futuros nidos, enterradas en la tierra a unos diez centímetros de profundidad hasta que emergen como crisálidas ya en verano.

Nido de procesionaria

¿Cómo "pican"?
El problema aparece con el contacto, bien con la propia oruga o bien con sus nidos. Los "pelitos" que recubren la oruga son el origen de la infección. Cuando nuestro perro se acerca a olerlas puede entrar en contacto con ellas y resultar infectado. Según donde se produzca el contacto, la patología será más o menos grave, desde una irritación en los ojos o en la nariz por inhalación de los pelos urticantes a una infección oral que puede tener consecuencias muy graves. En estos casos, nuestra rapidez de reacción es clave para salvar a nuestra mascota.

Detectar el problema y actuar con rapidez
El contacto con la procesionaria hace efecto en seguida, así que el problema siempre nos surgirá al momento. Si vemos a nuestro perro inquieto, con exceso de salivación, intentando rascarse la boca con las patas. Si el contacto ha sido en la lengua, en pocos minutos aparecerá una necrosis verdosa que rápidamente irá a más. En estos casos, y siempre que le llevemos a tiempo al veterinario, los perros pierden parte de la lengua.



Si detectamos que el perro ha entrado en contacto con la procesionaria hay que lavar la zona afectada SIN FROTAR a ser posible con abundante agua caliente -que contrarresta los efectos del veneno- o agua con vinagre. Y acudir inmediatamente al veterinario de urgencias. Es muy importante no frotar la zona afecta y no dejar a nuestro perro rascarse porque los pelitos en sí no son el problema; los pelitos se clavan y en la punta tienen una minúscula ampolla con el veneno. Al frotar o rascar explotaremos las ampollitas que no hayan soltado su tóxico en el primer contacto, agravando el dolor y las consecuencias.

Como siempre, la mejor solución es la prevención. En el paseo se cambian los roles: somos nosotros quienes hemos de ir siempre alerta para que ellos disfruten con seguridad, para adelantarnos a los posibles problemas antes de que surjan. Los nidos de la procesionaria son fácilmente identificables desde lejos porque parece que mil arañas se hubieran vuelto locas tejiendo. Lo ideal es no acudir a esas zonas o, si no es posible, evitarlas en los meses más problemáticos (abril y mayo) y, si encontramos un nido, avisar a los responsables del parque o, si no hubiera, retirarlo y quemarlo con mucha precaución de no tocarlo ¡ni de provocar un incendio! 



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